miércoles, 25 de mayo de 2011

Dos


El terror que sentía en medio de la multitud de San José, mi desapego a la escena de una compañía idéntica en Pimentel. Los apegos de negro en las carreteras de astilleros demasiado oscuros, y mi cansancio para tu exaltación de ir por ahí a ver tantos locos. La tristeza del abandono y el recuerdo, "cada día siento menos, pero recuerdo más" (pasta verde de nombre Cortázar). El abandono (también) de los de allá. Mi silencio; mi odio a los malditos que se demoran tanto y la protesta de ellos diciéndome: ¡Hey, bájate!. Los gatos, Bubu alberto, Heredero, Zuki, y la Polita, que tenía los ojos bien feyísimos como dos esmeraldas, piedras en bruto puestas encima. Mis caminos de actitud. Los libros cerrados por la falta de tiempo y tu regreso pues "el contexto no cambia". Vamos, no te duermas, mentira; duerme, eres libre. Los cafés pero que no son como los que están lejos. Alimentos de ratitos y mi carretera al frente que siempre se mantiene caliente. Carreteras donde todos mueren, los amigos, los gorriones, los perritos tiernos. Otra vez los gorriones. El silencio que ha taponeado el movimiento. Cómo creer que antes decía en gurutos que la bulla alimenta las ganas. ¿Qué bulla?. Los chistes se vuelven a contar alrededor de muchahitas que se doblan de risa y han tocado las puertas pasadas vecinas que no nos han asustado, ya lo tenía preparado, "felizmente nos anticipamos". Dreads y pasitos. Más.



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