sábado, 7 de mayo de 2011

Despacito, ahí.


- No vuelvas -dijo la Maga.

- En fin, no exageremos -dijo Oliveira-. ¿Dónde querés que vaya a dormir? Una cosa son los nudos gordianos y otra el céfiro que sopla en la calle, debe haber cinco bajo cero.

- Va a ser mejor que no vuelvas Horacio -dijo la Maga-. Ahora me resulta fácil decírtelo. Comprendé.

- En fin -dijo Oliveira-. Me parece que nos apuramos a congratularnos por nuestro savoir faire.
- Te tengo tanta lástima, Horacio.

- Ah, eso no. Despacito, ahí.

- Vos sabés que yo a veces veo. Veo tan claro. Pensar que hace una hora se me ocurrió que lo mejor era ir a tirarme al río.

- La desconocida del Sena... Per si vos nadás como un cisne.

- Te tengo lástima -insitió la Maga-. Ahora me doy cuenta. La noche que nos encontramos detrás de Notre-Dame también vi que... Pero no lo quise creer. Llevabas una camisa azul tan preciosa. Fue la primera vez que fuimos junto a un hotel ¿verdad?

- No, pero es igual. Y vos me enseñaste a hablar en glíglico.

- Si te dijera que todo eso lo hice por lástima.

- Vamos -dijo Oliveira, mirándola sobresaltado.

- Esa noche vos corrías peligro. Se veía, era como una sirena a lo lejos... no se puede explicar.

- Mis peligros son sólo metafísicos -dijo Oliveira-. Creeme, a mí no me van a sacar del agua con ganchos. Reventaré de una oclusión intestinal, de la gripe asiática o de un Peugeot 403.

- No sé -dijo la Maga-. Yo pienso a veces en matarme pero veo que no lo voy a hacer. No creas que es solamente por Rocamadour, antes de él era lo mismo. La idea de matarme me hace siempre bien. Pero vos, que no lo pensás... ¿Por qué decís: peligros metafísicos? También hay ríos metafísicos, Horacio. Vos te vas a tirar a uno de esos ríos.

- A lo mejor -dijo Oliveira-. Eso es el Tao.

Rayuela. Cortázar


No hay comentarios:

Publicar un comentario