sábado, 1 de marzo de 2014

CONVERSACIONES CON EL ARQUITECTO


La arquitectura se basa sobre una ficción. Si hasta Piñón, que es un hombre ultra racional habla de la intuición, pero claro, que la intuición no se confunda con el deseo individual de buscar un sello personal, cuando la intuición pretende sólo exacerbar el deseo egoísta de un individuo y crear "obras identificables de autor" entonces la intuición se desvirtúa (sino pregúntale a Gehry con sus titanios bien re-chuecos. Para él lo importante es que uno apenas vea un adefesio metálico, reconozca que es un edificio Gehry). No hay que buscar el reconocimiento como idea principal: es curioso, las obras que más adquieren la personalidad de sus autores son precisamente de aquellos arquitectos que nunca se enteraron que estaban dándoles sellos de personalidad a sus propias obras (su intención nunca fue esa); así el Mies con su habano en el pico seguía ensimismado en sus prismas, repitiéndolas una y otra vez, pero no por querer que sepan que él es el arquitecto de las prismas, sino; va más allá: la abstracción que pretende Mies es más importante que el deseo de reconocimiento, él cree en eso y punto, el uso casi maniático de la técnica por parte de Mies es parte de sus principios (busca ser coherente a su mente y a sus valores personales, su mundo interior), pues bien, ahí está: las obras de Mies -incluyendo la National Gallery con sus 68 metros de luz- es la búsqueda de su autor para dialogar consigo mismo, buscar ser coherente con lo que él cree, con los principios que él considera importantes. Entonces resulta que la gente mal interpreta la obsesión: entonces si Mies hace puros prismas, yo haré a partir de ahora puros círculos, si hasta hay un imbécil ecuatoriano que en sus fachadas las dibuja "patas arriba" (claro, el pobre man, quiere decirnos: por si acaso, yo quiero ser famoso). El reconocimiento no es el fin último, es más, en la arquitectura nunca es un fin. Lo importante es identificar qué capas son las más importantes.

Tu centro.

Las capas: son miles de capas de pensamiento para hacer cualquier cosa. Por ejemplo: en una construcción al costado de una acequia uno nunca olvida el asolamiento, la estructura, las instalaciones sanitarias incluso, pero éstas son capas más superficiales, pues hay otras, unas que están más próximas al hombre creador, por ejemplo: la condición ingrávida, no considerada por un afán de espectacularidad, sino porque es una consecuencia lógica: con nuestros lotes estrechos de 5, 8, 10 metros de ancho, bien la estructura puede estar tirada a los lados, el dominio de la técnica de maestros vivos y muertos nos han enseñado que es posible. Entonces una capa my íntima puede ser esa: la persecución de algún maestro, pues si se tiene un buen maestro hay que hacer lo que el buen maestro nos ha enseñado a hacer bien, las capas más internas hablan de tu mundo interior, de lo que lees, de lo que piensas, de cómo hablas, capas importantes que van más allá, que pretenden -primero- encontrarse al autor consigo mismo y de ahí, intentar comunicar algo al mundo, sería ilógico imaginar a Ciriani pensando en la espectacularidad de un proyecto buscando sólo impresionar a los humanos, pues éste peruano-francés (medio rabioso) tiene otras intenciones y convicciones: no traicionarse ni al mismo, ni a su maestro Le Corbusier, ni a la arquitectura entendida como contribución humana a la sociedad. Las capas más importantes vienen de ti. ¿Qué estás pensando ahora? cosas que no importan?. Tal vez es hora de cambiar la cabeza, tal vez es hora de usarla, es hora de tener principios (y fines).

El fin.

El fin último  es la sociedad, los humanos. Mies dice que la arquitectura no es sólo un conjunto de técnicas, sino también hay un componente que busca humanizar las obras ¿y cómo lo hace? pues convirtiéndose en parte de la gente: "y ahí usted debajo de la sombra de ese edificio tal vez blanco, tal vez marrón", usted ni sabe de quién es la construcción (ni debe importarle) pero la sombra ¡oh dios! es una salvación, entonces es aquí donde la obra ya no le pertenece al autor o al dueño, sino le pertenece a la sociedad, el fin último es el hombre, intentar cambiar la sociedad, intentar vivir mejor. Hay un pasaje muy bonito de algún libro o publicación que decía que hay edificios que cantan y algunos que hablan (y otros que no dicen nada), así es pues, la arquitectura influye en la vida, no es igual vivir aterrorizado en una ciudad de violencia que vivir con tu mujer agarrándote la mano en un lugar hecho especialmente para la convivencia respetuosa entre los humanos (el campus de la UDEP con sus venados y flores me vienen a la mente) sería bueno caminar sin miedo (y sin apuros, y sin cámaras de vigilancia, y sin temor de los otros humanos). Siempre quisimos otra cosa, curar la ansiedad, conmovernos por el mundo y al ser estas cosas no materiales, hay que enfrentarlas con otras cosas no materiales. ¿Pero cómo?. Construir la realidad.

Nada existe.


El asombro es algo inmaterial en base a cosas reales, materiales. "Basta que el ojo lo crea para que el cerebro lo valide". Dicen que en el teatro los primeros metros del piso del escenario son tablones de madera, lo de atrás es cualquier cosa menos madera (pero hace la finta), tu cerebro automáticamente cree que todo es igual en el piso, no tiene porqué dudarlo (pero la realidad le engaña, pues la misma realidad es un engaño, fue concebida así). Y es que hay una diferencia entre la realidad y lo real, son dos cosas distintas. La realidad se construye a partir de lo real, por ejemplo el acto de magia: te sorprendes, hay un asombro, pero sabes que jodidamente en algún lado está el truco, igual es: "el mago con un canario encerrado en una jaula muy pequeña aparece en el escenario con una tela tapando la jaula, dice unas cuantas palabras y de un manotazo sobre la jaula ¡la hace desaparecer!; luego de la función y del asombro, se botará secretamente a la basura el canario despanzurrado, mezclado con la jaula hecha una lata"; lo que importaba era construir una realidad creíble, había que desaparecer repentinamente al animalito (la realidad que te crees) a partir de lo real, en este caso lo real es que se puede aplastar a un canario con un manotazo y la mano siempre es más rápido que el ojo. La realidad se construye. Tú puedes construir la realidad (a partir de lo real).


¿Qué quieres construir? (constrúyete a ti mismo).


"Uno ha venido al mundo para mejorar". Vuelta a la realidad en un mundo de oficina: el frío y la noche lluviosa a través de las persianas que dan a la calle y las miradas aguzadas de algunos a la hora de intentar traer a la mente las palabras adecuadas van originando el desenlace del día: ya va anocheciendo. Al final alguien suelta un garabateo sobre una hoja amarilla: “para iniciar un buen texto (y hasta para las despedidas), es imprescindible tener un buen relato previo, hay que procurar empezar contando una historia que no necesariamente tiene que ver con el tema, una anécdota puede ser". Al la mañana siguiente me quedé dormido después de escribir tanto; ya por la tarde con los amigos y con una maqueta al medio, dos se hablaban: "La arquitectura se basa sobre una ficción, la ficción es querer sentirnos mejor". El silencio y la despedida después de un par de horas. - Chau. La cerradura (dos vueltas).


Nada existe. Constrúyete a ti mism@. Construye tu ficción.


Por Pedro Córdova
Foto: FAU-UDCH
07/04/2013


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