sábado, 4 de agosto de 2012

Floirán Alama

Somos La Manchurria


“Naides falte el respeto a los manchurrianos, caracho; pobre del que luaga, porque se vuelve mi enemigo.” La orden de Alama era cumplida con el mayor celo y sin titubeos, por sus rivales de profesión.

Llamábase “Manchurrianos” a una curiosa agrupación de personas, conformada por hombres notables del lugar, llamados por la gente de clase media “los blancos”; además se distinguían por sus grandes fiestas y jaranas en conocidas picanterías del lugar, las cuales duraban dos, tres y hasta cuatro días; también se incorporaban algunos elementos de la clase media, por ciertos “méritos” demostrados antes de ingresar al grupo, ya sea tomándose un gran poto de chicha sin bajarlo, o una botella de anisado.

Cincuenta personas conformaban la “MANCHURRIA”, teniendo como puntos de sesión, conocidos chicheríos como: “La Elías”, “La Litano”, “La Chaú”, “La Durand”, “La Picáu de Plátano” y otros en donde eran muy bienantendidos, debiendo los cholos ante su presencia, abandonar las mesas para que ellos se sienten, sacarse el sombrero y saludar amablemente.

- Diás de Dios niño, comua amanecido blanquito, ¿cómo está patroncito?

Cuando los “blancos” o “manchurrianos” se encontraban amaqueándose en el alar de su casa, debían los “cholos” ir solícitos a mecerlos por un buen tiempo, hasta que el “blanquito duerma” u ordenara que se marchara.

Esos señores podían meterle un balazo a un peón, como alguna vez sucedió, pero a decir de los de antaño, nadie los denunciaba por temor, pues en cierta oportunidad un “manchurriano” llegaba al pueblo de su chacra montado a bestia y en el camino sorprendió a un cholo cantando:

Quiero morir y abandonar el mundo
Pa’ no sufrir tanto desconsuelooooo”

El “blanco” que iba embriagado, de un balazo lo mató diciéndole: “Ya me tienes cojudo todos los días con la misma tonada, ¿quieres morir?, muérete pues mierda”.

- “El blanco cuando roba o mata naides le dice nada, y si el pobre luace lo siguen como culebraaannn, y lo pudren en la cárcel, ¡mujummmm!, ¡cómo será!, ¡cómo será!”.

Con algunos de los “manchurrianos”, Floirán era compadre, y se había ganado la confianza, amistad y el apoyo, pues el “Negro” Alama, era buen amigo y leal, existiendo un mutuo respeto y estimación. Decían los lugareños: “¡mjummmm, Alama bien se entiende con los blancoooosss! ¡Cómo seráaaa!”.


Floirán Alama: El anterior texto es un extracto de la obra “Floirán Alama” del autor chulucanense Carlos Espinoza León. Obra publicada en 1972, que sigue paso a paso el periplo del bandolero Floirán Alama por parajes como Chulucanas, Tambogrande,  Motupe y la Encantada. Cabalgador insigne, pistolero de temer, cholo enamorador sin escrúpulos, jefe de pandilla burlador de la ley, incansable en la huída o en el asalto. Alama aparece como un símbolo del bandolerismo aparecido en las tierras piuranas en las primeras décadas del siglo XX, en una época ya superada por la civilización. (Luis Ginocchio Feijó).

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