domingo, 8 de enero de 2012

La tragedia de Pícoro


El sábado que pasó celebraba su cumpleaños. Había organizado una actividad para conmemorar una fiesta, una reunión social, reunión a la cual yo estaba invitado pero sucedió que mientras en Lambayeque empezaba la fiesta, yo estaba que fumaba en una céntrica plazuela piurana junto con el Awelo, el que era de los Jacinto Ataka.

Días después supe lo que pasó. En medio de la oscuridad y del caos de todo lo vivido había una piscina de sangre en el piso, un sólo ensangrentando: el mismísimo Pícoro. “Un ojo le han bajado”. Más confusión, gritos de dolor y una operación.

- “No lo sé, aún no lo sabemos, Ojalá pueda ver”.

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