La señora aunque de mala gana, accedió finalmente prepararme una taza de café. Voy puntualizando cosas en mi mente: no estoy saliendo apurado y al parecer no estoy dejando cosas olvidadas o asuntos pendientes; es más, estoy saliendo de antemano para no sentirme acelerar, es temprano. Ya en la agencia, compro el pasaje (que por "fiestitas" se ha incrementado) y espero muy tranquilo y de buenos ánimos, volver a esa tierra que ya es para mí, lejana y desierta: Piura.
He venido dormido, y aún así, el viaje se ha sentido muy largo, y es que también por "fiestitas", los carros deben de ir más despacio para evitar accidentes. "¡Vaya mierda!" - pienso; tres horas después recién puedo verme con papá; saludándonos. Hace un calor del carajo.
Después de saludar a papá(y luego que me haya invitado una aza de café negro amargado) he subido a mi antiguo cuarto, cada vez parece más ajeno, más extraño. Abro las ventanas grandes y me paseo por el balcón (está todo empolvado). Trato de no perturbarme con recuerdos dolorosos, pues después de todo es un lunes hermoso. Un día maravilloso de acomodarme en la vieja casa de papás.
Doce minutos después de haber llegado a Piura (y sólo después de saludar a papá, y que me haya invitado una taza de café negro amargado) salgo para el lado opuesto de la ciudad. Al toque nomas he llegado a donde quiero. Un tipo que para mí es conocido es el que me atiende. No me sorprende que sea él ahora quien venda la hierba y demás (ya nada me sorprende). Lo que sigue es lo de siempre: le entrego el dinero, me da la hierba. Me da consejo: "Guárdatelo bien, anda con cuidado", y yo digo: "Ya". Después de esto me voy. Mientras camino no puedo evitar pensar en algo gracioso: ¿Cómo puede alguien -después de un tiempo- terminar trabajando, en el local donde antes ibas a comprar? ¿Es que acaso vas y le dices al dueño: ¿señor no tendrá un trabajito para mí? ¿no querrá que le atienda a la clientela?. Jajajá no disimulo en mi cara el estallido de risas. Qué gracioso por dios, no entiendo cómo es que ese pobre tipo a ha llegado hasta ese nada elegante puesto...
Recién voy una hora en Piura; y según veo -mientras le acaricio la panza blanca a mi gato heredero- que ya no tengo porqué salir más. Que ya tengo todo lo necesario: la casa, los padres, las hermanas que mañana se juntan, la panza blanca de mi gato heredero, mi verde almendro y una fresquita hierba que en otros lugares del mundo dicen que es santa, maría-juana. Pienso en Free. Libre.
Que bien viene el verano cuando a uno lo encuentran fresco.
Soundtrack: Hierba Mala, Tierra Sur.
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