Desde Magdalena del Mar, a la mitad de un viaje en taxi, algunos nos despedimos y nos bajamos del viaje. Un trip en colectivo hasta Surquillo para ver ciertos mercados y preguntar en comisarías de policías, alguna dirección. Y la llegada -por la tarde- a una avenida que se andaba buscando (estaba desierta).
El camino sereno y el encendedor fastidioso que se resistía a prender el cigarrillo en la boca, el cruce de otra avenida, de Surquillo a San Isidro. Un domingo. Unos pasos de ida y otros de venida. La mochila ligera y las mentas en el bolsillo.
- Ya está, ha prendido.
- Ya está, ha prendido.
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