Los hermanos Muñoz |
Fui a la orilla del río y vi que estabas muy sola, vi que te habías
dormido. Vi que crecían amapolas en lo alto de tu pecho, tu pecho hecho en la
gloria. Yo me fui pa´ ti derecho y así entraste en mi memoria.
Tú me vestiste los ojos, yo te quitaba la ropa (todas las palomas que cojo vuelan
a la pata coja). Tú ibas abriendo las alas, yo iba cerrando la boca, tú eras
flor desarropada y yo el calorro que te arropa.
Tu perfume es el veneno que contamina el aire que tu pelo corta, que me corta hasta el habla y el entendimiento porque es la droga que vuelve mi cabeza loca. Después me quedo dormido en una cama más dura que una roca soñando que aún no te has ido, soñando que aún me tocas.
Y el sol se va sonrojando porque la noche le va cayendo, los pájaros van llegando, los árboles tienen sueño, sus hojas ya se han cansado de aguantar tanto el invierno
y yo sigo aquí a tu lado hasta que me lleve el viento.
De luto se pone el cielo que viene con nubes negras (será porque tiene celos de que esta noche te tenga). Qué oscuro que se está haciendo, échale leña a la hoguera, la hoguera del sentimiento que arde si estoy a tu vera.
A las 7 con 54 de la noche en Pimentel .
Imaginando. Dos personas con apellidos iguales.
Cuento camuflado. Cuento de contar, no de narrar.
Una nace acá en Chiclayo, se va a Piura. Uno En Piura. Doss.
Una se va para siempre. El otro desaparece. Fin.
Dos. Uno renació en una ciudad nueva.
En la misma ciudad donde había nacido Una. Dos.