Va a ser la tensión con dolor estomacal o la felicidad.
Sólo estoy ansioso por taller, no me deben desaprobar, sino estoy perdido. Necesito aprobar. Dios mío. En julio acaba todo, sea el resultado que sea debo ir con Geká al mar a recostarme en el murito sonde siempre me gustó estar. Sol, “jaguayanas”, pantalones cortos y una camisa que no deja de saltar. Ir al mar y caminar por el malecón y por la calle paralela, la primera de adentro de la ciudad; tal vez Pimentel sea mi ciudad, en estos días donde recordé que Trujillo sea tal vez la tuya. No estaría mal aceptar meternos en nuestras vidas. La vaina es que no hay paso atrás, cuando nos juntemos no nos vamos a separar, como se dijo ese día, sería irreversible y algo está en riesgo: la humanidad. Sí te quiero y ya estoy aprendiendo a dejar de balbucear. Mi frase es: todo está bien y la tuya es: ala miércoles. Analgesia y sorpresa, la paz cuando nos encontramos, nuestro caos es la careta, como en los otros humanos (que) sus tatuajes son la careta, nosotros ya no necesitamos etiquetas si hay veces en que ya no sé en qué momento dejé de ser para mimetizarme, ahora soy tú y tú me dices: es como verme al espejo, es como (con movimiento de manitas) el otro pedazo siempre haya estado por ahí sin saber que se tenían que encontrar (se juntan las manitas). Es como… “¿qué más?”. Como. “qué más, duele la panza”. La realidad a las once, que amanezca pronto, desayunar, to bank, materiales, to-nine-ganyan. Casa to night, la night, Geká. Geká, te quiero y hasta he ensayado un te amo. Geká. Sigamos [ ] Casa, casa, teléfono casa decía ET. Bueno casa. Ir donde yessenia, los tragos, ayayai. La paz. Has llegado a la meta. Eres un buen bonsái. Ayayai, es intelectual, va conmigo (sí, no es calcular) como las piernas cruzadas y los cafés jamás tibios, como los gauloises, vamos a ver, a ver vamos, a ver, podríamos vivir juntos si tú quisieras. Desayunar, mirar sonrisas y mucha claridad; como le digo a papá: las cortinas son una solución forzada, los semáforos tampoco deberían existir. Campo Baeza. No se me sale de la cabeza la palabra arquitectura, la arquitectura, la a la arquitectura. Te agachas para delante despacito y te veo, podría pasar así horas. La claridad debe entrar por la pared lateral a dos diez del suelo que es blanco con pequitas, de la despreciada marmolina; carraspear. La manzana la patrocina, la vitaliza, como Nueva York en la panza de una tortuga que está patas arriba. El mundo está sobre cuatro elefantes y los elefantes sobre una tortuga (han de ser fuertes los elefantes para soportar un mundo). Fuerza Pechente, mamá lo quiere, tal vez los ojos de él le den pena a ella, los míos ya no ven bien, pero a veces veo tan claro, vos sabés, eso de lo verde que nada tiene que ver con planta sino a ese color que en la infancia se decía “verde caña”, me cortaba los dedos, como yessenia hace un año, que como soy escandaloso pensé que me rebanaba todo un pellejo de un dedo con su navaja, sangraba. Hoy nos vamos a ver, así somos los orgullosos, no consultamos ni nada, es obvio que tiene que pasar. La frase antepasada fue un “no voy a dar nada” y la otra un jajá por las webas. Turuú tururú cantaba la rana sobre el Camus que violaba por la cabeza a la indulgencia, era como si contara chistes, la mierda estaba en el baño, sí, pero fuera del wáter, preguntas de quién y yo te digo de Walter. Te asustas y un jajá ésta vez de verdad, “es esa tortuga de mierda que está que jode”, otro jajá, la ducha corriendo. “Y tarzán de los monos seguía corriendo, era en vano, no podía escapar de sí mismo, de sus pensamientos”, la náusea, jajá, los mocos carraspeaba, jabones palabra tachada, la nariz picaba, qué rico picaba, como una lombriz que salpicaba, hay que tener cuidado, usted sabe, siempre hay una cámara, pos es como todo, tengo o no tengo razón. Y de pronto la calma. El alma. Siempre anclando palabras para dejar la cadena de la otra que viene, palabras, las manos solitas, los mocos ¿los gorgojitos? papá me quería enseñar a escoger los arroces, yo nunca quería, era una cagada. Tachar más es que estás maquillándote más, yo nunca borro, siempre tacho, he peusto paréntesis a lo mucho. Armenia, el celeste más blanco más amarillo, la bandera ucraniana. El tajador rojo, la palabra anclada: tajador rojo, ojos… no no no no carraspeaba y lalalalá con un último ayyyyyyy de final, "es la chiquillada, pues, pos".
Sólo estoy ansioso por taller, no me deben desaprobar, sino estoy perdido. Necesito aprobar. Dios mío. En julio acaba todo, sea el resultado que sea debo ir con Geká al mar a recostarme en el murito sonde siempre me gustó estar. Sol, “jaguayanas”, pantalones cortos y una camisa que no deja de saltar. Ir al mar y caminar por el malecón y por la calle paralela, la primera de adentro de la ciudad; tal vez Pimentel sea mi ciudad, en estos días donde recordé que Trujillo sea tal vez la tuya. No estaría mal aceptar meternos en nuestras vidas. La vaina es que no hay paso atrás, cuando nos juntemos no nos vamos a separar, como se dijo ese día, sería irreversible y algo está en riesgo: la humanidad. Sí te quiero y ya estoy aprendiendo a dejar de balbucear. Mi frase es: todo está bien y la tuya es: ala miércoles. Analgesia y sorpresa, la paz cuando nos encontramos, nuestro caos es la careta, como en los otros humanos (que) sus tatuajes son la careta, nosotros ya no necesitamos etiquetas si hay veces en que ya no sé en qué momento dejé de ser para mimetizarme, ahora soy tú y tú me dices: es como verme al espejo, es como (con movimiento de manitas) el otro pedazo siempre haya estado por ahí sin saber que se tenían que encontrar (se juntan las manitas). Es como… “¿qué más?”. Como. “qué más, duele la panza”. La realidad a las once, que amanezca pronto, desayunar, to bank, materiales, to-nine-ganyan. Casa to night, la night, Geká. Geká, te quiero y hasta he ensayado un te amo. Geká. Sigamos [ ] Casa, casa, teléfono casa decía ET. Bueno casa. Ir donde yessenia, los tragos, ayayai. La paz. Has llegado a la meta. Eres un buen bonsái. Ayayai, es intelectual, va conmigo (sí, no es calcular) como las piernas cruzadas y los cafés jamás tibios, como los gauloises, vamos a ver, a ver vamos, a ver, podríamos vivir juntos si tú quisieras. Desayunar, mirar sonrisas y mucha claridad; como le digo a papá: las cortinas son una solución forzada, los semáforos tampoco deberían existir. Campo Baeza. No se me sale de la cabeza la palabra arquitectura, la arquitectura, la a la arquitectura. Te agachas para delante despacito y te veo, podría pasar así horas. La claridad debe entrar por la pared lateral a dos diez del suelo que es blanco con pequitas, de la despreciada marmolina; carraspear. La manzana la patrocina, la vitaliza, como Nueva York en la panza de una tortuga que está patas arriba. El mundo está sobre cuatro elefantes y los elefantes sobre una tortuga (han de ser fuertes los elefantes para soportar un mundo). Fuerza Pechente, mamá lo quiere, tal vez los ojos de él le den pena a ella, los míos ya no ven bien, pero a veces veo tan claro, vos sabés, eso de lo verde que nada tiene que ver con planta sino a ese color que en la infancia se decía “verde caña”, me cortaba los dedos, como yessenia hace un año, que como soy escandaloso pensé que me rebanaba todo un pellejo de un dedo con su navaja, sangraba. Hoy nos vamos a ver, así somos los orgullosos, no consultamos ni nada, es obvio que tiene que pasar. La frase antepasada fue un “no voy a dar nada” y la otra un jajá por las webas. Turuú tururú cantaba la rana sobre el Camus que violaba por la cabeza a la indulgencia, era como si contara chistes, la mierda estaba en el baño, sí, pero fuera del wáter, preguntas de quién y yo te digo de Walter. Te asustas y un jajá ésta vez de verdad, “es esa tortuga de mierda que está que jode”, otro jajá, la ducha corriendo. “Y tarzán de los monos seguía corriendo, era en vano, no podía escapar de sí mismo, de sus pensamientos”, la náusea, jajá, los mocos carraspeaba, jabones palabra tachada, la nariz picaba, qué rico picaba, como una lombriz que salpicaba, hay que tener cuidado, usted sabe, siempre hay una cámara, pos es como todo, tengo o no tengo razón. Y de pronto la calma. El alma. Siempre anclando palabras para dejar la cadena de la otra que viene, palabras, las manos solitas, los mocos ¿los gorgojitos? papá me quería enseñar a escoger los arroces, yo nunca quería, era una cagada. Tachar más es que estás maquillándote más, yo nunca borro, siempre tacho, he peusto paréntesis a lo mucho. Armenia, el celeste más blanco más amarillo, la bandera ucraniana. El tajador rojo, la palabra anclada: tajador rojo, ojos… no no no no carraspeaba y lalalalá con un último ayyyyyyy de final, "es la chiquillada, pues, pos".
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