Durante mi último de año en la secundaria tuve un amigo que venido de Lima, formaría junto conmigo y otro muchacho, una banda de música punk. Tocamos oficialmente durante poco más de un año. Tiempo después; no nos volveríamos a ver nunca más (mentira, sí) después de casi siete años desde la última vez, pasó por la ciudad donde actualmente vivo y nos vimos un rato en el parque principal (el encuentro fue soso, y por suerte, no duró mucho tiempo, me despedí de él y de su chica con la que estaba y me fui). Ahora llevaba entre mis manos un librito lleno de dibujos impresos en hojas brillosas que me acababa de regalar. Yo, feliz.
La publicación era el resumen de una jornada de dibujantes en una ciudad de España, lo he devorado mil veces, mirando cada dibujo. Apenas lo abrí por vez primera, sin querer, he activado y he relacionado una actividad que tácitamente he estado haciendo como intento de escape de la reality, no eran dibujos cualquiera, eran dibujos de lugares reales de la ciudad: calles, plazas, edificios, etc, ósea, un libro de dibujantes de la ciudad, y poco a poco, he caído en cuenta que esta actividad es una tendencia mundial y tiene nombre propio: los URBAN SKETCHERS. Una actividad de carácter casi lúdico que tiene reglas mínimas: dibujar "in situ" y plasmar fielmente la realidad. El resto son ganas.
En Chiclayo, ya había dibujado varios edificios y parques anteriormente, pero de forma espontánea y muy esporádicamente. Ahora, lo estoy haciendo como una forma de documentar la vida diaria de la ciudad donde vivo y con un poco más de cuidado al elegir un lugar específico de la ciudad para dibujarlo (y no dejarlo al azar por ejemplo), así fue que decidí dejar un día -sí o sí- a la semana e ir, pararme (o sentarme) y empezar a rayar en trazos las impresiones de mi ojo, con un tiempo límite: noventa minutos. Cuatro veces he ido. La primera vez con la duda si podría dibujar la esquina llena de recovecos de un edificio del centro, la segunda vez, sentado al ocaso mirando una iglesia. La tercera, aún somnoliento por la falta de costumbre de levantarme temprano dibujando un edificio que es un instituo de cocina, y la cuarta vez (la más reciente), frente a un hospital, cuestionándome sobre una de las reglas que me había propuesto cumplir (esta última vez, demoré más de noventa minutos). Lo importante eso sí, es no dejar nada a medias, se deben terminar de hacer los dibujos siempre.
Un dibujo cada semana para documentar toda una ciudad. Esta historia continuará...
EDIFICIO ATLAS, Chiclayo.
IGLESIA SAN RAFAEL ARCANGEL, Chiclayo.
EDIFICIO CUMBRE, Chiclayo Perú.
HOSPITAL NAYLAMP, Chiclayo
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