>>Y nadie
quiso mojarse.
Ha
llegado la lluvia cubriendo de frío las noches de tantas ciudades. Nos ha
encontrado empapados, sentados en parques desiertos, reposando entre agua y un
poco de barro.
Una
pequeña luz ardiente se resiste a ser prendida, pues bajo la lluvia contenta,
el fuego no cobra vida. Risas excitadas. ¡Qué bien! ¡Qué bien!
Aquí
está la soledad expresada en mojadas calzadas. Nadie en la calle, nadie con
tibio aliento. Somos sombras vecinas del río; caminando solos sin escondernos
del frío. No hay nadie en la calle. Pero aquí estoy otra vez conmigo.
Hoy, la
Piura calurosa, se mojó luego de haber comido tantos panecillos con tanta
quinua caliente
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