Con estos días previos a la entrega final los estudiantes de arquitectura sólo tienen esa idea metida en la cabeza. Fumando un cigarrillo o verde cigarrette veo entrar al tipo con una maqueta en la cabeza, no metida, sino sobre la cabeza. Datos anexos: viene con dos chicas, tubos portaplanos y reglas té. Vienen formales, nunca los he visto antes, se acercan.
Pienso rápido, han de venir a alguna crítica con algún arquitecto ¿pero tan formal? Pienso rápido. Ya sé que es, la maqueta no es de un edificio sino de un puente, lo he reconocido cuando han estado más cerca de mí. Entonces han de estar estudiando referentes ¿pero un edificio así?, perdón, ¿un puente así? Dejo que se acerquen.
La arquitectura, la solidaridad, las ganas de entrar a la hermandad, como Manuel Ángel Ganoza, como Itabashi, como Alvaro Siza. Se acercan.
Pasan por mi lado desubicados, me callo y me acabo el cigarro; se preguntan. Pienso rápido: la solidaridad, la hermandad. Me les vuelvo y les pregunto. Se detienen y me miran. “¿Buscan arquitectura?”. Me miran y dicen: “No. Ingeniería civil”. Se marchan y agrego: “Calatrava”. Asienten y algo fastidiados se marchan.
Pienso rápido. Debí bromear lo que se me ocurrió cuando veo entrar al tipo con una maqueta en cabeza –no metida, sino sobre la cabeza. Debí haber dicho en tono satírico: “Posmodernitos”, me hubiera sonreído pues la forma es una consecuencia, no un objetivo.
