"Olvidándose de sí mismo es cuando uno se encuentra a sí mismo". (San Francisco de Asìs)
Cuando aborda la posibilidad de caminar por la ciudad a solas,celebro la posibilidad de no consultarle a nadie, a qué esquina debemos voltear, o qué cosa debemos hacer. No hay rumbo, volteando de pronto me acordé de mamá: "hijito, cuando pases por una iglesia, acuèrdate de mì, reza por mì". Y he pasado todos los dìas por la misma iglesia y nunca las ganas de entrar, hoy en cambio, la coincidencia: el estar anestesiado y la iglesia a la vuelta de la esquina con una puertita auxiliar màs cerca que la principal; incluso, la iglesia es de la misma congregaciòn del cole catòlico donde estudiè. Me he metido pisoteando una colilla justo antes de ingresar:
- "Padre nuestro que estàs en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hàgase tu voluntad asi como en los cielos, tambièn sobre la tierra". He rezado con los ojos cerrados en una columna enorme separado de los demàs. Aparte. Lejos de todos.
Y aquì viene lo no planeado. "Mi paz os dejo mis paz os doy", mientras avanzaba en cada una de sus palabras el sacerdote, yo iba entrando en pànico... "dèmonos fraternalmente el saludo de la paz". Y pasó lo que tenìa que pasar. Me he hecho el distraìdo mirando el techo celeste de la basìlica, mientras todos se abrazaban y miraban desde lejos "a un hombre apartado apoyado sobre una columna circular mirando al techo", como una isla. Nadie ha podido tocarme, abrazarme o desearme la paz. Què vergüenza. No calculè esto.
Un par de canciones màs y esta vez mirando el techo celeste que pareciera el mismo que el de la Iglesia Marian Auxiliadora en Piura frente a la plazuela Merino, recordè que ahì celebraron la misa previa al entierro de mi primito Bruno, me ha dado pena, recordando cuanto quería mi mamà a ese niñito. En la iglesia la oraciòn: "Hazme tù señor un instrumento de tu paz... Que no busque tanto ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar". El sacerdote hablando a cientos de personas y ninguna joven:
- "Podemos ir en paz. Demos gracias al Señor. Ah! y no olviden adquiruir este folletito a S/1.00 nos durarà hasta Petencostès, osea tiene para rato, aquì estàn los cantos que realizaremos. Demos gracias al Señor, hermanos cantando".
- ¿Y tù hermano, por què no cantas las alabanzas de Cristo Salvador?.
En la calle ya, otra colilla, màs tranquilo. He cumplido con mamà que se encuentra tan lejos extrañàndome tanto como todas las mamàs del mundo que no tienen cerca a sus hijos. "No pienses tanto" me hubiera dicho mi pàpà si le soltaba toda esta historia. Agregando:
- "Hay que olvidar".
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