En las autopistas en el ocaso, la cola de autos se hace interminable a ambos lados, la venida -llegada- de gente de Pimentel a Chiclayo y viceversa. Otros carros más grandotes traen a otros tantos sentados calculando hacer cualquier cosa para salvar las largas tres horas de viaje, yo vine viendo una película que era demasiado bulla de guerra. Igual no podía mirar la arena tostada a través de la piel del ómnibus pues como parasol funciona un vinilo de puntitos, todo se ve pixeleado. Hay que tener paciencia, pues las cosas ya andan lo bastante sensibles. Como cristal. Las siete de la noche del 21 de noviembre del 2011. ¿Bueno ché que puedo decir?
En las autopistas en el ocaso, la cola de autos se hace interminable a ambos lados...
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