Acostado escribiendo a mano. El dormitorio por alguna razón (tal vez un hechizo extraño) nunca está del todo ordenado. Afuera lejanos ladran los perros amarillos de pelo chatos. Tengo tupida la nariz, es la brisa marina, tanta sal se aloja en las heridas, que no puedo respirar bien, está que me desespera ¿y si dormido ya no puedo respirar? Un momento. Ya regreso, voy por "lumbre". Pensar que he tenido que separar doscientos kilómetros para que con mi familia pudiéramos llevarnos mejor a que cuando estaba cerca no más.
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