Contra ella, contra sus piernas.
Contra las leyes de Irán que mandan a la horca a los homosexuales, contra las cárceles chinas que esclavizan a sus presos para que podamos comprar prendas baratas. Contra los gordos policías blancos estadounidenses que patean a las razas hermanas, contra Facebook que idiotiza nuestras pantallas. Contra los curitas pendejos que seducen y violan niñitos, contra las mineras que en tierras peruanas matan campesinos y contaminan sus aguas. Contra la pena de muerte para quién sea, pues la muerte no repone nada. Contra las universidades que existen sólo como empresa, esto es para ganar plata. Contra la idea de triunfo como sinónimo de cervezas heladas y mujeres flacas, contra las novelas mexicanas que hicieron que mi amada me tire cachetas -porque según dice- así puede sentir más cerca mi cara. Contra las desigualdades entre las palabras residencial y barriada. Contra los gritos de los hinchas de fútbol y los fanáticos de las peleas que golpean a sus mujeres debajo (y encima) de sus camas, contra las mujeres que los aguantan. Contra los supermercados que venden todo tan ordenado haciendo quebrar a la tiendita que había al lado, contra la especulación de precios en medicinas y alimentos. Contra la falta de esperanzas. Contra la legalidad de vender armas y la prohibición de la marijuana. Contra la idea aceptada de que la salud debe ser más cara que las balas, contra el recuerdo del último mundial de fútbol en tierras africanas, donde barrían de las calles a indigentes y mendigos para no afear el espectáculo. Contra la coca como droga A1 y las matanzas en México. Contra el desarrollo de las máquinas y los contratos entre jefes y empleados. Contra tantas antenas y casas clavadas en cerros de tantas penas. Contra tantas ofertas en las tiendas y contra el aumento de la pobreza. Salud por este siglo XXI que nos va dejando sus modas feas, robots finitos y su light anorexia.
Por P.CÓRDOVA
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